martes, 25 de agosto de 2009

Promesa a los Alpes (Cuaderno de viaje)

Cruzar los Alpes tenía un atractivo especial para mi. No se trataba, desde luego, de una simple cuestión de ir del punto A al punto B

Los Alpes son la espina dorsal de Europa, y al igual que la espina dorsal aloja el sistema nervioso de un vertebrado, estas poderosas montañas esconden, bajo millones de toneladas de roca, el alma del Viejo Continente

Avanzo en tren por valles que se estrechan, subiendo siempre, y me siento como un humilde pajarillo que recorriese asombrado la espalda de un brontosaurio en busca de alimento. Pero ¿Qué alimento busco yo? La iluminación

Schopenhauer dijo que existen seis clases de experiencia de lo sublime para el ser humano. La sexta y más elevada es la contemplación de las fuerzas vivas de la naturaleza, fuerzas que pueden destruir al ser que las contempla como un gigante aplasta un insecto o una brizna de hierba sin percatarse

Goethe escribió, al parecer, que la verdadera soledad sólo la experimentó cuando ascendió a una montaña y llegando a su cima, tomó consciencia de que estaba sólo y además nadie sabía que estaba allí

Orgullosas montañas de los Alpes, hoy me deslizo humilde entre vosotras, como un visitante que, de paso por la ciudad, no osa llamar a la puerta de un viejo conocido por no importunarle con su presencia. Pero prometo que volveré y ascenderé a la mas alta de vuestras cumbres y me daréis a conocer vuestro secreto

2 comentarios:

  1. Goethe también dijo: si los hombres, una vez que han hallado la verdad, no volviesen a retorcerla, me daría por satisfecho
    y yo pienso... cuando conozcas el secreto... qué harás?

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  2. Tendrás que esperar a leer mi próximo post, querido Anónimo

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